Hablar
de Toledo, es hablar de su acero. La historia relata que al río Tajo se le han
atribuido propiedades casi milagrosas, desde la magnificencia de sus aguas para
templar hasta las arenas del mismo, donde se cree que se encuentra la clave de
la calidad del acero.
El
hombre empezó a crear moldes con los que
podía obtener después reproducciones de los objetos que creaba. Nació
así la técnica de la fundición (proceso de fabricación de las piezas,
consistente en fundir un material e introducirlo en un molde) que se desarrolló posteriormente a gran
velocidad hasta llegar a los cuchillos y a las espadas. Fue la espada de bronce
la que inició este proceso hasta llegar más tarde a la aparición de nuevas
composiciones de metales, ideales para conseguir más dureza y elasticidad. Con
todo ello se llegó a la composición del acero Damasco.
La descripción más antigua de las espadas de acero Damasco
data del año 540 d.c, aunque no hay pruebas exactas en este sentido, llegando a
afirmarse que su aparición podría haberse dado mucho antes. Se trata de un tipo de acero fabricado en la
India que se instaló más tarde en Damasco (capital de Siria) en la época de Domiciano
hasta llegar a extenderse posteriormente por varios lugares del mundo.
Cuchillos en acero Damasco (Fuente: AlasorillasdelTajo) |
Pero, ¿cómo llegó a Toledo?
En un momento en el que se intentaba encontrar una evolución en las
espadas, una mejora en la calidad de las mismas, los espaderos toledanos
empezaron a investigar la composición del acero damasquino, que es como también
se le llama al acero Damasco. Las superficies veteadas, y su facultad de ser fuerte
y sin quebrarse se convirtió en la seña de identidad del acero damasquino,
aunque bien es cierto que siempre hubo una relación estrecha entre los
espaderos toledanos y los de Damasco.
Hoy en día, el legendario acero Damasco sobrepasa el
porcentaje del acero al carbono extraduro logrando a situarse en el intervalo
del 1,4% al 2,1 % de carbono en masa. Pero si por algo se caracteriza el acero
damasquino es por la forja en caliente, a bajas temperaturas, que tritura los
carburos de hierro primarios, consiguiendo de este modo una gran resistencia al
desgaste y una excelente tenacidad.
Por otro lado, si el acero se trata térmicamente, es decir,
a una temperatura alta seguida de un enfriamiento lento, se puede conseguir una
superficie muy estética. El control llevado a cabo del calentamiento y el
enfriamiento permite hacer visible las bandas de trazado sinuoso y de gran
belleza.
Actualmente el acero Damasco se distingue de sus competidores
por su gran resistencia al desgaste, su tenacidad, su belleza y la magia
de su superficie y se emplea mayoritariamente a la fabricación de cuchillos de
alta gama, cuchillos de caza y navajas. Toledo acoge en este sentido una gran
variedad de piezas en acero Damasco, que junto al arte del damasquinado
toledano lo convierte en una verdadera
ciudad artesanal.
Creo, que es una explicación, lo bastante convincente del acero damasco, ya que hasta el momento, nadie en Toledo, había hecho un artículo, dedicado al acero damasco. Ya era hora.
ResponderEliminarMuchas gracias.
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